sábado, 9 de abril de 2011

No merece la pena.


Me gustaría poder decir que soy cosa mala. Que tengo un sótano en el que guardo las calaveras de mis enemigos. Me gustaría decir también que soy excepcional. Que me saqué una carrera en menos de dos semanas y hablo veinte idiomas. O veintiuno. Que escribo en veinticinco, que conozco lenguas muertas y la gente se pelea para oírme hablar.Que me sé el diccionario de memoria.
Si pudiera, añadiría también que mi cuerpo es resistente a veinte mil clases de veneno diferentes. Que juego al fútbol con Messi. Y le gano.
Además, diría que los hombres se pelean por un baile conmigo. Que tengo una lista de conquistas que si la desdoblara alcanzaría para rodear el mundo de una punta a la otra. Y los nombres están escritos en Times New Roman, tamaño 12.
Que soy millonaria, también. La fortuna de J. K. Rowling es lo que yo les pago a mis empleados en una semana, y que tengo casas en cada provincia de cada país.
Que me bañó en champagne, que las joyas de la Corona de Inglaterra no son nada comparadas con las mías.
Ya casi para acabar, podría decir que mis pinturas, mis obras, están en cualquier museo de arte actual, y mis escritos en todas las librerías que se precien. He escrito tantos autógrafos que puedo hacerlo hasta durmiendo.
Podría decir mucho y durante mucho rato. Podría hablarte de mis viajes, de una punta a la otra del mundo. Podría contarte que en la India me adoraron como una diosa durante una temporada y que cuando tuve que irme se declaró un día de luto nacional.
Podría hablar tanto que tu cerebro se saturaría. Pero la realidad es que no merece la pena.


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